13 Sep SOBRE EL CONCEPTO DE “TIKUN OLAM”
Seguramente una de las preguntas que más ha abrumado a la conciencia humana desde el comienzo de la historia ha sido el por qué suceden ciertas desgracias, más aún, por qué la gente buena sufre mientras aquellos malvados gozan, aparentemente, de una buena vida. Estás preguntas de difícil respuesta han sido, lamentablemente, la base de la negación de la Bondad y la Piedad Divina. Muchas personas han justificado su ateísmo en este hecho.
Pero la respuesta es muy simple y pone la responsabilidad sobre nuestros hombros. La maldad por sí misma no existe, el accionar errado del hombre como resultado de la falta de conocimiento de la palabra de Dios es lo que lleva a las peores desgracias.
Cuando Dios creó al hombre nos enseñó un principio básico de humildad al decir “Hagamos”. Muchos de nuestros sabios preguntaron a lo largo de la historia el porqué del plural de esta pregunta. ¿Acaso Dios no es lo suficientemente poderoso como para crear por sí mismo al ser humano? La respuesta se encuentra en justamente hacer partícipes también a los ángeles del clímax de la creación, hacer partícipes a otros a la hora de mejorar nuestro mundo. Y esta gran muestra de humildad fue pasada también hacia el hombre al mencionar “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. A partir de este momento Dios nos hizo partícipes de la creación. Ser semejantes a Dios es tener dentro nuestro, sus mismos atributos que son varios: piedad, misericordia, bondad, justicia, entre los más importantes. Es justamente a través de estos atributos que Dios nos pide diariamente que seamos partícipes del mejoramiento del mundo, en hebreo תיקון עולם. La palabra תיקון proviene del verbo לתקן cuya traducción es reparar.
Nuestra pregunta cómo seres partícipes de la creación no debe ser por qué ha pasado así, sino que hemos o no hemos hecho para que esto suceda, asumir nuestra responsabilidad como seres creadores y reparadores del hermoso jardín que nos ha sido entregado.
Lic. Daniel Osowicki